miércoles, 27 de enero de 2016

Point Break (2015)

Sinopsis: Luego de una amarga experiencia, Johnny Utah (un retirado deportista extremo) decide alistarse para ser un agente del FBI. Paralelo a esto un grupo de delincuentes realizan una serie de crímenes con características inusualmente extremas. Un deportista llamado Bodhi es el primer sospechoso. Esta es la oportunidad para que Utah demuestre sus habilidades y se infiltre en el entorno de este personaje del cual tiene la certeza que es el autor intelectual de esta nueva irregular serie de crímenes.

Debo comenzar diciendo que soy un alto fan del film que inspira Point Break, es decir, el Point Break (1991) original, el de Kathryn Bigelow. La he visto millones de veces en televisión. Me entretienen sus escenas de acción/aventura, sus personajes y sus conflictos; incluso Patrick Swayze hizo un honesto esfuerzo para figurar como antagonista trayéndole buenos resultados (tomando en cuenta de que quería desligarse un poco de esa caratula de galán de Hollywood).

Por lo tanto inicio este comentario diciendo que no me gustó su remake despertando una interrogante ¿era necesario hacer esta película? Porque la verdad es que carece de sustancia, es entretenida en ocasiones aunque completamente olvidable.



Entre lo viejo y lo actual: actores y personajes 

Me sumergiré en el imperecedero terreno de la comparación porque hablamos de un remake (que raro Hollywood). Y si realizan un remake al menos debe buscar ser memorable y justificar su existencia; ya sea porque quiera enaltecer a través de la nostalgia el film pasado o porque quiera aportar algo novedoso tomando como base la historia antigua; por supuesto, con temática actual. 

En este caso quiero centrarme en un aspecto específico: la ideología de los atletas-deportistas-criminales-extremos. En la cinta original de Bigelow sabemos que lo que motiva las acciones de los delincuentes va más allá de robar bancos. Su objetivo es precisamente desafiar el sistema, al establishment. Queda demostrado en el uso de máscaras de los ex presidentes americanos Nixon, Reagan, Johnson y Carter cuando realizan los robos. Esa acción ya es icónica y además notamos que los surfistas delincuentes sabían lo que hacían y representaban. Todo por medio de acciones. En la cinta actual reivindican tanto este dato en los diálogos que ya en la quinta mención se pierde el interés por esa ideología. 

Otro punto en contra es su protagonista, Luke Bracey. Es sin duda el rostro bonito que nadie recordará luego de la proyección. Quisiera pensar que el joven actor se esforzó bastante para desempeñar el papel pero la verdad es que en cada escena queda eclipsado por sus compañeros de reparto (como las escenas con Delroy Lindo, por poner un pequeño ejemplo). Bracey necesita cargarse de más pasión para desempeñar su carrera como actor; de esa pasión que profesa en muchas ocasiones su personaje, pero que él, en la pantalla, no demuestra. Sé que leerá mi concejo. 

Eso debilita un aspecto que tiene fuerza en la película original: la dualidad entre el protagonista (Utah) y el antagonista (Bodhi). Keanu Reeves no es particularmente un actor con un amplio rango actoral, pero si se nota un compromiso mayor con el personaje. Poco a poco esa vida de libertad plena le seduce. Ese nuevo sentimiento constantemente le remuerde la conciencia. Bracey es bastante flojo y su interacción con Edgar Ramírez no convence. No se percibe ese debate entre hacer lo correcto y seguir sus instintos y su corazón. El nuevo Utah se va de vacaciones con los delincuentes. Al final de una de sus aventuras recuerda que es un agente infiltrado del FBI. Creo que, en primer lugar, fue un error hacer de Utah un fenómeno del deporte extremo.

Edgar Ramírez es quien logra despertar el interés por la película. El actor venezolano encuentra darle profundidad a Bodhi. El amor desbordado por la naturaleza y su actitud desafiante para retarla en incontables aventuras lo perfilan como el personaje más completo de la película. No demasiado complejo, hablamos de una cinta ligera, de cotufas y refresco (soda); pero es evidente que se puede tener mejores resultados si grandes actores participan en este tipo de proyectos. 

Hablando de Ramírez. Casi no me extraña que al personaje le dieran un origen venezolano; ya eso lo hicieron en Domino (2005), aquella cinta de Tony Scott que le abrió las puertas al actor tachirense al mercado internacional. Hablo de este tema porque pensé que el cierre de la película sería en el Salto Ángel. La omnipresencia de dicho paisaje natural creo que hubiese sido el mejor escenario para cerrar la agitada aventura. En cambio la historia concluye con una parodia del primer film. 

En conclusión…

Point Break logra entretener con todas sus escenas de aventura. Es el fuerte de la narración porque cuando no se está esquiando o escalando las escenas son aburridas y hasta incoherentes. Si les da tiempo de encariñarse con el personaje de Teresa Palmer, me avisan. La chica es preciosa, sin duda, pero sus tres o cuatro apariciones no generan peso en la historia ¿Y ese desdichado final? ¿Realmente hacía falta que la mataran? Ups, spoiler, se me chispoteó. 

Creo que en líneas generales se puede perfilar de dos formas lo que termina siendo el Point Break actual. Por una parte es una cinta Cool. Una colección de imágenes lindas, muy pop, de aventura salvaje publicitaria. Muy a lo Rápido y Furioso. Detalles como el uso constante del Drone (elemento audiovisual de moda) o la aparición de Steve Aoki son muestra de ello. Por otro lado es una cinta que, a pesar de llevar todo a un nivel mayor, más extremo y con más desafíos físicos, la forma (aparatosa y soberbia) queda corta al lado del fondo.


Trailer:


No hay comentarios:

Publicar un comentario